lunes, 20 de febrero de 2017

LA MUJER GRIS: ELIZABETH GASKELL



En un molino-restaurante a orillas del Necker, en Alemania, el retrato de una mujer de tez y expresión enigmáticas llama la atención de un grupo de viajeros. El dueño del molino les enseña un documento que cuenta la historia de esta mujer, que la narradora se apresta a traducir. La bella hija de un molinero de Heidelberg pasa una temporada en Carlsruhe, invitada por una antigua amiga del colegio. Allí, por mediación de la pretenciosa -aunque pobre- madre de su amiga, es pretendida por un noble francés, monsieur de la Tourelle, y, con la aprobación de todos, se casa con él.





Tuve la fortuna de encontrar esta historia de Elizabeth Gaskell, y digo fortuna porque a veces no resulta sencillo dar con las obras de esta autora por aquí; de modo que cuando vi esta en la última Feria del libro de mi ciudad, no dudé en sumarla a la lista de compras. Elizabeth Gaskell es una de las grandes novelistas del siglo XIX y forma parte de un grupo de autores de aquella época que se consideran ya clásicos. Algo que me gusta mucho de su estilo es la elegante y al mismo tiempo ácida crítica social que ha sabido siempre impregnar en sus historias, sean estas novelas, como es el caso de la conocida Norte y Sur, o en relatos breves.

Aquí, en La mujer gris, si bien no abandona la sutil crítica social, no es ello lo más importante de la historia. Este es un cuento gótico, oscuro, que nos mantiene en suspenso durante sus pocas páginas, y quizá sea algo a rescatar; que en apenas cien páginas, Gaskell logre captar nuestra atención desde la primera y no nos podamos sentir en paz hasta haber conocido del todo la historia de la llamada "Mujer gris".



Una joven mujer, de paso por Alemania, acude a un molino en compañía de unas amistades y al desatarse una tormenta debe guarecerse por allí. El ambiente en la casa del molinero es encantador y confortable, pero lo que más llama la atención de la visitante es el cuadro de una hermosa mujer que resulta una lejana familiar del actual propietario. Al preguntar acerca de ella, este le da algunos alcances, pero decide entregarle una larga carta que ella escribió hace muchos años y que relata su historia. Es así como conocemos la tragedia de esta mujer de su puño y letra. Y aunque su destino pueda resultar en parte previsible por el hecho de ser ella quien a través de estas páginas relata su historia, no por ello su narración pierde ni un ápice de interés. Gracias a sus palabras sabemos quién fue, conocemos su personalidad y cómo se vio arrastrada a un matrimonio debido a su juventud y débil carácter. Conocemos el verdadero rostro de su marido, los terribles secretos que esconde y su desesperada huida del horror...

La mujer gris es una historia corta, atrapante, que te mantiene en vilo y con deseos de saber qué es lo que sucede a continuación sin parar hasta conocer el final, que es perfecto. Muy recomendable. 

domingo, 12 de febrero de 2017

LIBROS DIRECTOS AL CORAZÓN



Hoy es un día especial porque esta entrada forma parte de un pequeño reto organizado por Camen y el grupo de Facebook TARRO-LIBROS 2017 que quizá algunos de ustedes compartan. Carmen es una amiga lectora muy querida por estos lares y siempre es un gusto sumarse a sus iniciativas. En esta ocasión, y con el fin de celebrar el Día de San Valentín con un estilo muy lector, nos invita a compartir un libro que nos haya marcado de forma especial; no tiene que ser de romance, ni mucho menos, sino uno que tenga un significado especial para cada uno. Yo he elegido uno que sí va de romance, pero un romance muy particular, uno que considero el más importante de todos, y es el romance que uno debería de encontrar y atesorar por siempre, el que sostenemos con nosotros mismos durante todas nuestras vidas. Y creo que Isabel Allende es una maestra en ese tema porque más allá del tema de fondo que trate en sus libros, sus historias siempre reflejan eso, el conocerse y amarse a uno mismo, lo que me encanta. Así que hoy hablaremos de una historia que no es una novela en sí, sino un canto divertido al amor, al erotismo, y sobre todo, a la buena mesa, que es, después de todo, una historia de amor en toda regla, ¿no?



"Me arrepiento de los platos deliciosos rechazados por vanidad, tanto como lamento las ocasiones de hacer el amor que he dejado pasar por ocuparme de tareas pendientes o por virtud puritana, ya que la sexualidad es un componente de la buena salud, inspira la creación y es parte del camino del alma. . . Por desgracia, me demoré treinta años en descubrirlo".






Isabel Allende es, de lejos, una de mis autoras favoritas. Siento que más allá de sus deficiencias, que las tiene, como todo autor, o como casi todos, ella logra algo muy particular que no siempre es posible y que admiro mucho en un escritor; logra llegar al lector hasta la fibra más sensible, y lo hace con una fórmula muy sencilla, lo logra siendo ella misma. Su estilo no es complejo ni rebuscado, escribe acerca de lo que conoce y le importa, lo que le ha marcado de alguna forma en particular y nos lo presenta de la misma forma en que lo haría un amigo contándonos sus historias; un poco adornadas con mucha frecuencia, sí, pero de alguna forma consigue que se conviertan en cercanas y nos toquen de diversas maneras. Me pasó con La casa de los espíritus, uno de mis libros favoritos, y lo ha conseguido con casi todas las obras publicadas a la fecha. 

Cuando su hija Paula murió tras una penosa agonía, un evento de su vida que la marcó de forma profunda y que retrató en ese libro tan conmovedor que es Paula, la autora pasó un tiempo sin retomar la escritura, y cuando lo hizo supo que estaba superando ese largo y doloroso proceso que es el duelo. Lo curioso es que decidió retomar su pasión con un libro muy particular, uno acerca de la cocina, el amor y el erotismo, un trío infalible y del que se puede compartir mucho. Cuando lo leí por primera vez, y de eso ya han pasado algunos años, quedé impresionada por el tono divertido y desenfadado con el que comparte las experiencias de su vida, su historia con la cocina desde los duros años de la niñez en un internado inglés, pasando por los recuerdos de la infancia y los viajes de vacaciones familiares con los que cualquiera puede sentirse identificado. Además, la autora comparte una cantidad increíble de información gracias a la titánica tarea de documentación que emprendió al concebir este libro; nos enteramos de las costumbres de los países más lejanos y exóticos, de rituales que parecen salidos de un cuento y, precisamente, también muchos cuentos que forman parte del acervo cultural de una serie de pueblos, siendo los orientales los que me provocan mayor fascinación.


Como si todo lo contado fuera poco, las últimas páginas del libro están dedicadas a un buen y variado grupo de recetas que hará las delicias de quien las lea, las prepare y disfrute. Allende comparte cada una de ellas contándonos acerca de sus orígenes, la relación que la une a ellas, si la hubiera, así como una serie de hermosas ilustraciones hechas por un buen amigo suyo, quien participó en el proyecto, lo mismo que su madre, cocinera más que talentosa, y su agente y amiga. Este es un libro divertido e instructivo hecho con el deseo de llegar al lector tocando una de sus fibras más sensibles, un trabajo conjunto casi familiar, que, cuando es leído, nos convierte en parte de esa familia también, y solo por ello merece mucho la pena. 

lunes, 6 de febrero de 2017

LA INQUILINA DE WILDFELL HALL: ANNE BRONTË




Tras muchos años de abandono, la destartalada y ruinosa mansión de Wildfell Hall es habitada de nuevo por una misteriosa mujer y su hijo de corta edad. La nueva inquilina -una viuda, al parecer- no tarda, con su carácter retraído y poco sociable, sus opiniones a menudo radicales y su extraña triste belleza, en atraerse las sospechas de la vecindad, y a la vez la rendida admiración de un joven e impetuoso agricultor. Pero la mujer tiene, en efecto un pasado... más terrible y tortuoso si cabe de lo que la peor de las murmuraciones es capaz de adivinar.







Cuánto talento en una sola familia... Es lo primero que me viene a la mente cuando pienso en las hermanas Brontë (y no menciono a Branwell porque si bien sé que fue brillante, en realidad conozco poco de su obra). Charlotte y su inmortal Jane Eyre; Emily y la poderosa Cumbres Borrascosas. Y Anne, la más joven, quizá de la que menos se sabe, que nos legó dos novelas extraordinarias, ambas ya clásicos de la literatura, Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall.

Algo que se menciona con frecuencia respecto a la escritura de las hermanas Brontë, es que parecían imprimir sus propias experiencias en sus creaciones y no es de extrañar, porque pese a gozar de vidas muy breves y marcadas por la tragedia, tenían un mundo interior único, el mismo que compartían con emoción. Es conocido que las hermanas escribieron y publicaron poemas con seudónimos, los mismos que en su momento no fueron  muy bien recibidos, pero ello no les afectó ya que siguieron con sus proyectos personales.

En el caso de Anne, al leer acerca de su historia, muy corta ya que falleció antes de los treinta años, es muy sencillo darse cuenta de que volcó sus experiencias en sus obras. Debido a que en casa no tenían una situación financiera  estable, debió emplearse muy joven de institutriz con algunas amargas experiencias que la inspiraron a escribir Agnes Grey. Algo similar ocurrió con La inquilina de Wildfell Hall, ya que el tema central de la obra es la forma en que esa atroz enfermedad que es el alcoholismo puede afectar a quien la padece y a quienes le rodean. Es conocido que Branwell, su adorado hermano, aunque brillante, se mostró siempre débil y de carácter impredecible, con una abierta inclinación a la bebida y el opio, que se agravó luego de una decepción amorosa.









“Es doloroso dudar de la sinceridad de las personas a las que amamos, pero, después de tantas pruebas de falsedad y de indiferencia tan absoluta por los principios, ¿cómo puedo creer en una historia tan improbable?”








La inquilina de Wildfell Hall fue una obra que golpeó bastante a la sociedad de su época; incluso Charlotte la criticó, por considerarla "poco apropiada" como literatura femenina al tratar un tema tan delicado y que entonces apenas se mencionaba, por tangible que fuera, tal y como ocurre en la actualidad. Pero Anne mostró un coraje extraordinario al retratar con tanta crudeza y entereza la vida de Helen, esa mujer que se presenta como una joven viuda al lado de su pequeño hijo y ocupa la abandonada Wildfell Hall, con la esperanza de construir una vida serena para el niño. La novela es epistolar, en tres partes, dos de ellas narradas por el joven Gilbert Markham, el honesto granjero que se muestra fascinado por la extraña y enigmática inquilina de la propiedad vecina, y la otra nos es presentada por la misma Helen, que en sus cartas nos da a conocer el infierno en vida que le tocó vivir.

Es imposible no sentir una profunda impresión al conocer la historia de Helen, por muchos motivos. Aunque puede resultar impresionante que una mujer joven decidiera casarse con un hombre como Arthur, el que sería su marido, pese a conocer sus muchos defectos, con la esperanza de que su amor le cambiaría, una idea ingenua, no deja de inspirar también  mucha admiración. Helen es una mujer tan creyente, de una religiosidad a rajatabla y tan aferrada a sus principios y lo que considera una conducta honesta, que conmueve. Es más, queda claro que de no haber sido por el espanto que le provocaba la posibilidad de que su niño creciera con el ejemplo del padre, se hubiera quedado a su lado sin chistar. Quizá vistos desde fuera, y desde la comodidad que da el tiempo y la distancia, sus actos nos resulten un poco exagerados, pero es importante ubicarse en la época y las circunstancias para apreciarlos en su justa medida.











"A los hombres idiotas y a los réprobos nunca les faltarán compañeras mientras haya tantas mujeres que los igualen; pero tú sigue mi consejo"









Este es un retrato crudo, sin florituras ni detalles a fin de endulzar las más difíciles situaciones que una mujer de aquel tiempo vivió y que comparte sin presentarse como una víctima o lamentarse de su destino. Por medio de la pluma ágil y honesta de Anne Brontë conocemos la historia de una increíble mujer, toda fortaleza y entereza, a quien no se puede menos que respetar y a quien le deseamos, durante todo el tiempo que le acompañamos en su historia, el final feliz que merece, o tan feliz como puede ser para quien conoce de tantos horrores tan pronto. 

En estos tiempos, en el que el rol de la mujer, el respeto por sí misma, y el valor que hace falta para denunciar los abusos y aún más, rebelarse ante ellos, está tan en el tapete, vale mucho la pena darle una mirada a este clásico de la literatura. Si Anne Brontë lo tenía tan claro en la difícil época que le tocó vivir, no podemos ser menos. 

domingo, 5 de febrero de 2017

CARTA DE UNA DESCONOCIDA: STEFAN ZWEIG



"Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora."





A veces escojo libros de acuerdo a mi estado de ánimo; imagino que le ocurre algo parecido a muchas personas. Hace unos días me sentía un poco melancólica y se me ocurrió ir por Carta de una desconocida de Stefan Zweig, un libro corto, cortísimo, pero extraordinario.

Un escritor recibe, en el día de su cumpleaños, una carta, la carta de una desconocida, la que da título al libro. En estas líneas, que son el alma de la narración, una mujer le cuenta la historia de su vida desde el momento en que ella siente que empezó, y esto fue cuando conoció al que sería el amor de su vida, que es precisamente el destinatario de esa carta, con la que quiere al fin, sabiendo que su vida acaba, confesar su amor.

Soy una romántica consumada, pero no considero que esta historia sea precisamente una de amor. He sentido muchas cosas mientras la leía. En primer lugar que estaba leyendo la confesión desgarradora de una mujer desesperada que quizá no tenía derecho a ver; a eso nos lleva Zweig, porque se mete en la piel de esta mujer y nos permite sentir como si en realidad no estuviéramos leyendo un libro, para nada; por unos momentos, que fue lo que me duró la lectura, pude ser una persona cualquiera que encontró la carta en cuestión entre los papeles del escritor y que no pudo reprimir su curiosidad. 



El amor de esta pobre mujer, y la llamo así porque la compasión que me inspiró solo se incrementaba según avanzaba en la lectura de su carta, es para mí en verdad una muestra de devoción llevada casi hasta la obsesión; pero jamás me atrevería a criticarla, por el contrario, sentí una lástima tremenda al pensar en todo lo que debió de sufrir a través de los años. Y sin embargo, conoció también la felicidad a su manera a través de los años y aunque visto desde fuera uno pueda pensar que en realidad sus motivos no fueran del todo reales, no puedes evitar alegrarte por ella, porque un ser tan noble de espíritu, tan dispuesto a entregarse del todo, despierta también cierta admiración.

No tengo idea de si un amor como este pueda darse en la realidad, supongo que es posible, y la idea, lo confieso, es un poco inquietante. Me pregunto si Zweig supo de algún caso como este y cuánto me gustaría preguntarle al respecto...

Bueno, obviamente el libro me resulta fascinante y con menos de 70 páginas se gana el corazón de quien se aventura a conocer esta historia. Espero que quienes no lo han leído, se animen con él, no hay manera de que no les llegue de alguna u otra forma y se vean, durante lo que les dure la lectura, como uno más de los tantos que han caído rendidos a las confesiones de esta desconocida.










“Hasta ese punto te he llegado a querer, por fin puedo confesártelo, ahora que todo ha pasado y todo está perdido. Y creo que si me llamaras cuando ya estuviera reposando en mi lecho de muerte, tendría la fuerza suficiente como para levantarme e ir hacia ti.”