Lo primero, antes de compartir algunas ideas que me rondan, quiero darles las gracias por los ánimos y el apoyo para la novela Dime si es amor; tanta buena vibra ha llegado de forma precisa y estoy contenta de poder contarles de que por ahora le va muy bien, que ha recibido comentarios muy amables, va bien situada, y espero seguir en ese rumbo; volveré pronto para mostrarles algunas reseñas que la historia ha recibido.
Ahora, quería también escribir un poco acerca de esas ideas que a veces me inquietan, de una en particular.
Con frecuencia, quienes escribimos hablamos de las musas, esos seres casi mágicos a los que atribuimos la capacidad para inspirarnos. Bueno, me gusta pensar que existen, pero también es cierto que la disciplina juega un papel primordial en el proceso de creación. Es más, creo sinceramente que es el esfuerzo el que sirve de aliciente para que estas llamadas musas lleguen hacia nosotros, las llamamos con el pensamiento y el deseo de crear.
Es curioso, pero no importa cuántas ideas me ronden, si no trabajo en ellas, poco importa tener un pelotón de musas haciendo guardia frente al ordenador, no hay trabajo que no se realice si no le ponemos ahínco y verdadero esfuerzo.
Alguna vez leí que Mario Vargas Llosa dijo: "La escritura es disciplina, no inspiración que cae de un árbol", y en gran parte estoy de acuerdo con él, aunque confieso que su actitud casi militarizada no va conmigo, soy un poco más relajada, porque creo que nunca podré escribir sintiendo verdadero placer si me pongo lineamientos tan verticales, prefiero desviarme un poco en el camino y luego volver al sendero, pero sin dejar de hincar los codos en el proceso.
Prefiero, por mucho, el plan de trabajo que esbozó Henry Miller cuando empezó a escribir Trópico de Cáncer. Me encanta que tuviera todo tan claro, que supiera cuál era su meta, pero se diera tiempo para otras actividades, que a la larga tan solo enriquecieron a su proyecto. Este es el curioso plan de Miller, el mismo que llevó a cabo, y tuvo como resultado una de las grandes obras de la literatura universal:
Mandamientos:
1. Trabajo en algo hasta que termines.
2. No empieces nuevos libros, no agregues material nuevo a
Black Spring.
3. No seas nervioso. Trabaja con calma, alegría, imprudencia
o lo que sea que tengas a la mano.
4. Trabaja de acuerdo al Programa, no al ánimo. ¡Detente en
el momento señalado!
5. Cuando no puedes crear no puedes trabajar.
6. Consolida un poco cada día, en vez de agregar nuevos
fertilizantes.
7. ¡Mantente humano! Visita personas, ve a lugares, bebe si
te apetece.
8. ¡No seas un caballo de tiro! Trabaja únicamente con
placer.
9. Descarta el Programa cuando lo desees —pero vuelve a él
al día siguiente. Concéntrate. Afina. Excluye.
10. Olvida los libros que quieres escribir. Piensa
únicamente en el libro que estás escribiendo.
11. Escribe, antes que nada y siempre. La pintura, la
música, los amigos, el cine: todo eso viene después.
El Programa (así, con mayúscula) al que se refiere Miller en
la lista anterior:
Mañana:
Si atontado, escribe algunas notas y asigna, como estímulo.
Si en plena forma, escribe.
Mediodía:
Trabaja en la sección en curso, siguiendo su plan
escrupulosamente. Sin intrusiones, sin desviaciones. Escribe para terminar una
sección a la vez, para bien de todo.
Tarde:
Ve amigos. Lee en cafés.
Explora zonas poco familiares —a pie si húmedo, en bicicleta
si seco.
Escribe, si estás de ánimo, pero solo sobre el programa
Menor.
Pinta si vacío o cansado.
Toma notas. Haz esquemas, planes. Corrige el manuscrito.
Nota: Deja tiempo suficiente durante el día para hacer una
visita ocasional a los museos, un boceto ocasional o una vuelta ocasional en
bicicleta. Bosqueja en cafés, trenes y calles. ¡Deja las películas! Biblioteca
para referencias una vez por semana.
¿No es interesante? A mí entender una compacta y clara lección de escritura, una que procuro seguir, aunque a veces, la conocida procrastinación me tiente con sus garras. Sin embargo, me aferro a mi frase favorita de su plan: "Mantente humano" y con eso claro, una vez le dedicamos a la escritura el tiempo que merece, y del que disponemos, claro, está todo bien. El bloqueo del escritor es otro tema del que me encantaría comentar luego, claro.
¿Y ustedes qué opinan? ¿Musas o disciplina? ¿Conocen a algún autor que hablara abiertamente del tema como estos dos brillantes caballeros?