Tengo la fortuna de seguir por distintas redes sociales a un grupo de excelentes personas con quienes comparto muchos gustos e ideas; están por aquí en el blog, leyendo esta entrada, y son maravillosos, algunos por Twitter, otros por el siempre mentado Facebook, y a veces están en todas partes y es una dicha porque así no me pierdo de lo que ellos a su vez quieren compartir, entre ellas ideas magníficas ideas que unen a un grupo de personas con intereses comunes y se lo pasan genial en el proceso de hablar de ellos. En este caso en particular me refiero a Carmen, del blog
Carmen y amigos, que tiene
una página en Facebook en la que siempre está compartiendo un montón de actividades, todas muy interesantes y aun cuando el tiempo no me da para sumarme a todas, hay varias que sencillamente me enamoran y no me perdonaría no participar. Una de ellas, una lectura conjunta de Thornfield a Manderley, que implica la lectura de pedazos de libro como son
Jane Eyre, Ancho mar de los Sargazos y Rebeca nos tiene muy emocionados a todos los participantes, pero ya les contaré algo más acerca de ello. Hoy es un día especial para una actividad más especial aún. Hoy me uno a un homenaje para el
Día Internacional de la mujer del grupo Tarro-libros 2016
.
Que sí, lo sé, tal vez sea una fecha que en realidad ni siquiera debería existir, ¿verdad? Pero desafortunadamente, al menos por ahora, mientras la palabra "igualdad" se muestre para tantas en el mundo muy lejana y esquiva, está más latente que nunca la necesidad de conmemorar este día no solo porque es un recordatorio de todo aquello por lo que aún tenemos que luchar, sino para celebrar y rendir honores a tantas y tantas mujeres que a lo largo de la historia, queriéndolo o sin querer incluso, por el mero hecho de desafiar los convencionalismos y hacer frente a la injusticia, nos abrieron un poco el camino a sus congéneres de estos tiempos.
La actividad a la que Carmen nos invita consiste en hablar acerca de una mujer o grupos de mujeres que marcaron historia, muchas de ellas poco conocidas o apreciadas como merecen. La verdad es que, por fortuna, puedo pensar en cientos de nombres, lo mismo que sin duda les ocurre a ustedes, pero me he decantado por un personaje maravilloso al que "descubrí" hace no mucho tiempo y cuya historia, conocida gracias a un autor magnífico, me robó el corazón.
Charlotte Salomon.
David Foenkinos escribió una suerte de biografía novelada de esta gran artista alemana que fue Charlotte Salomon mostrándola al mundo tal y como fue, una mujer privilegiada por su talento, con un fardo emocional enorme debido a su trágica existencia y la herencia de pesares que le tocó en suerte. Y tal vez allí radique la razón de esa fascinación que inspira esta mujer en cuanto se conoce su historia, en el hecho de saber que tenía todo para rendirse, que de ser una persona poco dispuesta a la lucha sencillamente hubiera bajado los brazos en las muchas oportunidades que tuvo y nadie la hubiera culpado. Una mujer en su tiempo con su talento y personalidad no era moneda corriente, se le veía con desconfianza, una que sumada a su condición de judía en una Alemania Nazi solo podía asegurarle dolor. Pero ella escogió vivir. ¿Puede haber un acto más revolucionario que ese? En un mundo donde el horror le golpeó más allá de lo imaginable y oyó una y otra vez que lo más sencillo hubiera sido solo dejar que el destino le arrastrara, Charlotte eligió vivir y lo hizo muy bien. En el breve periodo de tiempo en que estuvo en este mundo, abrazó su arte y volcó sus demonios y esa esperanza que le brotaba por los poros en forma de rebelión para contar su historia.
Reseñé el libro de Foenkinos en su momento y me gustaría compartir algunos fragmentos de esa reseña que quizá les ayude a ver de forma más clara quién era Charlotte y qué fue lo que hizo para convertirse en esa estrella brillante y fugaz que, a mi parecer, dejó una estela imborrable.
Charlotte Salomon era una superdotada, tenía un temperamento
muy particular heredado, quizá, de esas mujeres de su familia, aquellas que
escondían mundos interiores
tremendamente complejos, casi infiernos en vida en la medida en que permitían
que la desgracia y la depresión les afectara a este grado. Fue el caso de su
tía, la hermana de su madre de quien hereda el nombre, una mujer que se suicidó
lanzándose de una ventana de su casa con solo dieciocho años, hecho que marcó
profundamente a la madre de Charlotte, que nunca pudo recuperarse de este
trauma; adoraba a su hermana y no hubo forma de volver a ser ella misma. Esta
mujer hizo lo posible por llevar una vida normal, se hizo enfermera, conoció a
un médico entregado a su profesión y se casó con él, teniendo luego a
Charlotte, pero la depresión fue una constante en su vida hasta que se suicida
dejando a su hija muy pequeña; a ella, por cierto, le hicieron creer que su
madre había muerto de una enfermedad, no supo la verdad hasta varios años más
tarde, y esto la marcó de forma terrible.
Charlotte formaba parte de una familia acomodada,
con cierto prestigio en Alemania, pero eran también judíos, y cuando la amenaza
Nazi se sumió sobre el país, no hubo manera de permanecer a salvo. Pese a ello,
cuando su padre contrajo segundas nupcias con una famosa cantante, Charlotte
conoció el mundo del arte y empezó a encontrar en la pintura el escape para su
difícil vida; se enamoró locamente del maestro de canto de su madrastra,
Alfred, un hombre que la alentó a desarrollar su talento, al grado que
consiguió entrar a la escuela de Bellas Artes de Berlín pese a que en aquella
época era casi imposible para un judío el conseguir un cupo. Sin embargo, el
horror de la guerra y el fanatismo avanzaba, al grado que debió dejar la
escuela y seguir a sus abuelos maternos en su refugio en Francia.
En determinado momento, debido al suicidio de su abuela y al
conocimiento de la verdadera causa de la muerte de su madre, Charlotte se vio
frente a un punto de quiebre en su vida; dejarse arrastrar por esa pasión y
dolor que le corroían el alma y renunciar a su vida, o entregarse al arte y
buscar en él la salvación. Optó por lo
segundo y, con un ritmo impresionante, tal vez presintiendo lo cerca que tenía
ya a la muerte, creó su gran obra "¿Vida o teatro?" / "Leaben
oder Thether?: Ein Singspiel", una serie de pinturas autobiográficas que
no solo constan de pinturas en realidad, sino también de texto, poesía,
conversaciones interiores y referencias musicales. Tal y como le dijo al Dr.
Moridis, quien se convirtió en guardián de su obra al confiársela: "Mantenlo
seguro, es toda mi vida". Él lo hizo, y gracias a ello, podemos conocer su historia.
Al final, me quedo con una frase que creo ejemplifica de forma perfecta la decisión de Charlotte de no rendirse y de vivir su vida tal y como ella eligió. Pensando con seguridad en esas mujeres de su familia que por un motivo u otro terminaron arrastradas por la desgracia y, quiero pensar que también por todas aquellas que no tenían alternativa, en su tiempo y en el nuestro, ella dijo:
"Viviré por todas ellas"
Y lo hizo.