La joven Maggie Concannon, poseedora de un carácter
independiente, obstinado y temperamental, fruto de una convivencia familiar
marcada por la indiferencia y el desprecio de una madre resentida, pero también
un reflejo de su tierra natal, la rural y salvaje Irlanda, tiene claro que no
está dispuesta a depender de ningún hombre… Sin embargo, su alma soñadora
cobra vida en cada una de las delicadas piezas de vidrio que elabora en el
taller heredado de su padre… Piezas artísticas en las que Rogan Sweeney, dueño
de una galería de Dublín, puede leer como en un libro abierto… Pero ¿pueden
tener algo en común la chica de campo y el guapo, culto y elegante hombre de
negocios?
¿Les ha pasado eso de que desean con todas sus fuerzas el disfrutar con los libros de un autor y por un motivo u otro eso no ocurre? Bueno, a mí me ha pasado eso con algunos, pero creo que Nora Roberts es el caso que me ha provocado mayor frustración. Sucede que, oh sorpresa, me encanta la novela romántica y sin duda la señora Roberts es uno de los grandes referentes del género, de modo que cuando leí una de sus novelas, cediendo a las recomendaciones de buenas amigas admiradoras de su obra y no solo no me gustó sino que no conseguí empatizar para nada con los personajes, me sentí fatal. Lo intenté una vez más, y lo mismo, así que decidí dejar pasar un tiempo antes de volver a intentarlo. Entonces, en una de esas salidas que, esto tampoco les sorprenderá, terminaron en una librería y vi esta novela con un precio bastante razonable, me dije que podía tratar, que era necesario darle una nueva oportunidad y que si seguía sin conectar con la autora, bueno, tal vez ese fuera nuestro destino. De modo que sin leer la sinopsis ni hacerme muchos dramas, lo llevé para casa y lo empecé con expectativas casi nulas, solo por si acaso. Entonces ocurrió lo inimaginable, o lo que deseaba, pero tampoco quise hacerme muchas ilusiones de que ocurriera para no decepcionarme de nuevo. Me encantó. Tan sencillo y maravilloso como eso. La señora Roberts y yo finalmente congeniamos.
No sé qué fue con seguridad, pero tengo unas cuantas sospechas. Quizá porque me sentí identificada con la protagonista desde la primera página; por su carácter independiente y cabezota, pero sobre todo por su relación con su padre y las circunstancias en las que empieza su historia; fue algo que me tocó mucho y sentí la necesidad de saber qué ocurría con su vida desde ese punto.
Maggie es una artista del vidrio soplado, tiene un talento maravilloso y ha recibido una excelente formación pese a las trabas que su problemática madre ha puesto en su camino durante toda su vida. Desafortunadamente, como le ocurre a muchos artistas, tiene serios problemas para llegar al público; es ambiciosa y quiere compartir su trabajo, pero su carácter y sus problemas le dificultan un poco el tema. Entonces llega a su vida el dueño de una galería de arte, Rogan Sweeney, que se muestra maravillado de inmediato con su obra y se ofrece a representarla. En un principio a Maggie el tema no la emociona mucho, por sus prejuicios y porque este hombre en particular le inspira no solo desconfianza sino también bastante atracción. Y si bien en circunstancias normales esto no tendría nada de malo, siendo ella joven y soltera, lo mismo que él, en su vida no hay cabida para relaciones amorosas. Y a la pobre motivos no le faltan...
Ajá. Juro que no es una frase hecha. Su padre la llamaba "hija del fuego" porque él y su madre se dejaron arrastrar por la pasión en un inicio, pero luego su matrimonio fue un absoluto desastre. La señora de marras se presenta como una fanática religiosa resentida con la vida y con todas las frustraciones de aquellas personas que culpan a los demás por todos y cada uno de sus propios errores, empezando con su marido y sus hijas. Con todo lo que la pobre Maggie ha visto y experimentado lo raro sería que creyera en el amor. Pero para eso está Rogan, para hacerle ver que los hijos no tienen necesariamente que cargar con los errores de los padres.
Nacida del fuego es una historia romántica, claro, pero me parece que tiene también un montón de elementos que llaman la atención y pueden enamorar no solo a los amantes del género. Según leí, Nora Roberts es una enamorada de Irlanda y eso se nota en cada pasaje de su historia; las descripciones de ese país tan hermoso, de sus costumbres y el carácter de su gente me han parecido maravillosas, además de que explica con mucha sencillez y pericia el arte de la protagonista y la creación de todas esas piezas de vidrio soplado que me han dejado encantada. La relación de Maggie y Rogan se retrata de forma muy real y madura, más allá de los temores lógicos que ella muestra durante buena parte de la historia porque con sus antecedentes no es para menos, así como el hecho de que él, con una crianza mas normal, por así decir, esté más dispuesto a creer en el amor y a dar un salto de fe; ese tipo de relaciones me gustan mucho porque me las creo completamente, las veo del todo posibles y eso me hace conectar con los protagonistas.
De modo que recomiendo mucho esta novela para todo lector; para los románticos, para los que sienten curiosidad por una novela en la que se retratan las relaciones familiares altamente complejas con honestidad y para todos aquellos que disfruten de una buena historia. Por mi parte, estoy en busca de la siguiente entrega de esta serie, la protagonizada por la hermana de Maggie, Brianna, que sospecho me gustará mucho también.