domingo, 19 de julio de 2015

LA CHICA DEL TREN: PAULA HAWKINS



Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas… y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece?



Este libro ha llegado como todo un fenómeno editorial, se ve en todas partes, es muy comentado, y la lógica y mi carácter dirían que es precisamente por ello por lo que en circunstancias normales no habría ido por él tan rápido como he hecho en esta ocasión; sucede que cuando noto ese alboroto alrededor de un libro prefiero darle un tiempo para no sentirme influenciada por todo ese fervor; pero ocurre de vez en cuando que, sea porque es uno que en verdad llevo mucho esperando, o tiene algo en particular que me llama, rompo mi propia regla y voy por él; eso ha pasado con La chica del tren. No sabía nada de su autora, pero fue toparme con él, leer la sinopsis y recordar las buenas reseñas que había leído, y llevarlo para casa sin dudar. Terminado ya, puedo decir que fue una decisión excelente.

Me encantan los thrillers bien narrados, que tienen una estructura firme y una resolución lógica, y La chica del tren tiene todo esto y mucho más. La autora nos narra la historia desde el punto de vista de tres personajes femeninos, Rachel, Megan y Anna, siendo la primera nuestra chica del tren, y el personaje más importante. Creo que fue un acierto enorme el escoger este tipo de narración, en primera persona, y con estos tres personajes tan fuertes que nos brindan una visión completa de los acontecimientos sin que se nos pase nada; de esa forma nos vemos del todo inmersos en la trama y, si como a mí les encanta resolver misterios, podemos hacernos de las piezas del rompecabezas de modo que llegados al final logramos descubrir la verdad o al menos estar muy cerca de ella.



La historia en sí es bastante sencilla y quizá ese sea el mayor punto a resaltar, porque no es muy común conseguir enganchar de forma tan hábil al lector sin necesidad de grandes giros en la trama o demasiados personajes. La autora no agobia con descripciones innecesarias o hechos rebuscados; nos presenta estos últimos de forma clara y concisa, se suceden según avanzamos y cada uno se convierte en una pieza más del misterio. Rachel es quizá la pieza principal, una mujer que arrastra un divorcio que le ha afectado de forma espantosa y que se ve inmersa en el alcohol, lo que le produce unas lagunas mentales que ponen en riesgo su vida e incluso la certeza de su cordura, porque aún cuando fuera testigo de hechos que podrían ayudarle a resolver el misterio, ¿puede siquiera confiar en sus recuerdos? ¿Podemos nosotros? Cuando se obsesiona con la desaparición de Megan, esa mujer a quien veía desde la ventanilla del tren cada día, junto a su esposo Scott, esa pareja ideal para quienes se había inventado una vida soñada, pone en peligro su propia vida.

El ritmo de la narración y la intriga se mantienen durante toda la lectura y somos nosotros quienes nos convertimos, queriéndolo o no, en testigos y encargados de resolver el misterio, así como de conocer las motivaciones que llevan a cada personaje a obrar como lo hace. Sin duda una lectura muy recomendable. 

martes, 7 de julio de 2015

LA BENDITA MANÍA DE CONTAR: GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


Junto con Cómo se cuenta un cuento y Me alquilo para soñar, este volumen recopila la experiencia de García Márquez como coordinador del taller de cine. Sobre el arte de contar, sus secretos, técnicas y problemas del oficio. Un manual generoso y apasionante, ideal para aspirantes a escritores y guionistas.



La sinopsis de este libro no es muy tentadora, y lo lamento porque no le hace justicia a un trabajo de Gabo, pero intentaré hacerlo por aquí ya que me parece un libro muy interesante e indispensable para los amantes de la escritura y la lectura; en realidad, esta es una entrada antigua que subí hace un tiempo en mi otro blog, pero que me parece debe estar por aquí ya que este es un espacio en el que procuro compartir no solo mis lecturas sino también las enseñanzas de los grandes maestros acerca del noble arte de la escritura. 

Supe acerca de este libro hace un tiempo ya, cuando vi en la red un fragmento del mismo, tan solo lo que podría llamarse el prólogo, en el que García Márquez compartía su amor por la escritura, la seguridad que obtuvo muy temprano de que estaba destinado a escribir historias y la alegría que le procuraba compartir sus experiencias. Cuando le propusieron hacer un taller de cine en La Habana, no se lo pensó dos veces y aceptó encantado. Varios afortunados mortales, todos enamorados de las letras y decididos a hacer de ellas sus vidas, llegaron de diversas partes del mundo para participar de ese taller, y las transcripciones del mismo vieron la luz en tres volúmenes; uno de ellos, La bendita manía de contar, es el que llegó a mis manos.

Como menciono líneas más arriba, esta es una transcripción y se presenta como tal, estamos ante una serie de conversaciones sostenidas a lo largo del taller entre Gabo y los participantes del mismo, personas ya con cierta experiencia en el arte de contar, pero que, como cualquiera en su lugar, lo que deseaban era aprender del maestro y vaya que lo hicieron. Guionistas, escritores y poetas de Argentina, México, España, Panamá, Cuba, etc, compartieron sus ideas y el buen Gabo tuvo a bien discutir cada una de ellas y mostrarnos, en el proceso, el noble oficio de contar.

Es un libro corto que apenas me duró un día, se imaginan lo apasionante que resulta, y no creo que se trate solo del hecho de que me encanta escribir, sino que leer para mí es una delicia y conocer parte de esos incontables matices y trucos que lo hacen posible fue una experiencia fantástica. Me permitiré compartir algunas frases de las muchas que guardé para terminar de tentarlos a fin de que se animen a leerlo; sé que muchos de quienes pasan por aquí aman las letras y creo que apreciarán este libro tan especial; además, es la prueba esencial de que el gran Gabo está más vivo que nunca y eso siempre viene bien recordarlo.



"Empiezo por decirles que esto de los talleres se me ha convertido en un vicio. Yo lo único que he querido hacer en mi vida —y lo único que he hecho más o menos bien— es contar historias. Pero nunca imaginé que fuera tan divertido contarlas colectivamente".

"La mitad de los cuentos con los que inicié mi formación se los escuché a mi madre".

"Los novelistas no leemos novelas sino para saber cómo están escritas. Uno las voltea, las desatornilla, pone piezas en orden, aísla un párrafo, lo estudia, y llega un momento en que puede decir: "Ah, sí, lo que hizo fue colocar al personaje aquí y trasladar esa situación para allá, porque necesitaba que más allá..." En otras palabras, uno abre bien los ojos, no se deja hipnotizar, trata de descubrir los trucos del mago. La técnica, el oficio, los trucos son cosas que se pueden enseñar y de las que un estudiante puede sacar buen provecho".



"Pensemos en Casablanca. Hay un tipo que tiene un bar en Casablanca. Llega un hombre impecablemente vestido y acompañado por una hermosa mujer... No se dice nada, pero uno siente que están colocados ante una situación terrible. Y luego descubrimos que esa gente se había conocido en el Metro de París, precisamente el día en que entraron los nazis... Esas historias que empiezan casi por el final tienen una ventaja: uno puede prescindir de los detalles y concentrarse en lo esencial".

"En fin, hacer cine es una lucha constante. Y a veces la prueba de un milagro, porque como medio de expresión una película puede ser algo tan íntimo, tan personal —sobran los escritores y obras que lo demuestran—, que podría parecer escrita a mano, en el rincón más tranquilo del mundo... y sin embargo, ¡qué vorágine, qué locura! Así que cuando fui al Centro Sperimentale di Cinematografia, en Roma, y vi los recursos que se necesitan para hacer cine, me dije "Puta, ¡qué bueno que tengo mi maquinita de escribir!", y me agarré a ella como el náufrago a la tabla, y me sentí feliz de saber que, para cumplir su función, no necesitaba más que cinta y papel".