La protagonista, Elizabeth, de treinta y tantos años, deja
atrás un matrimonio de siete años, un divorcio desgarrador y un desastroso
romance posterior. Necesita alejarse de todo un poco, así que decide dar el
gran paso, respirar hondo, dejar todo y marcharse de Nueva York. Así llega a
Roma, donde descubre los placeres de la ciudad, aprende diez expresiones nuevas
al día y se queda fascinada con los sorprendentes ojos de su nuevo ligue
Giovanni, diez años menor que ella, y con el poder curativo de la pizza.
Después de Italia, Elizabeth prosigue el camino ya emprendido por otros países,
hasta que da la vuelta al mundo y en paz consigo misma regresa a Nueva York.
Esta novela, que es un excelente ejemplo de la nueva corriente literaria que ya
tiene numerosos seguidores en todo el mundo, la novela de autoayuda, es una
reflexión sobre el amor en sus diferentes formas. Incluso el más escéptico
lector soñará con encontrar a Dios algún día en un lugar de la India o quizá en
un pedazo de pizza. Y no es un libro sólo para mujeres.
Tardé mucho tiempo en leer este libro, lo que es curioso porque su autora, Elizabeth Gilbert, me cae muy bien; no que la conozca, pero leí otra de sus novelas y he visto varios videos suyos en los que habla acerca de la escritura y me parece una mujer bastante centrada y con un gran amor por lo que hace. Pero al fin encontré un momento para ponerme con Comer, rezar y amar, y ha sido una experiencia muy interesante.
No acostumbro leer muchos libros de autoayuda, no porque tenga nada en contra de ellos; por el contrario, creo que todo lo que pueda ayudar, valga la redundancia, a que una persona pueda sentirse bien consigo misma es muy necesario, en particular en este mundo tan loco en el que vivimos hoy; pero la verdad es que encuentro desesperantes esas lecturas cuando pecan de aleccionadoras, cuando el autor quiero imponer su manera de pensar y fijar pautas estrictas acerca de cómo se supone que debes vivir tu vida si quieres vivir en armonía contigo mismo. No sé, a lo mejor es que tengo un problema con las imposiciones, debe de ser mi vena rebelde.
Pero no hay nada de eso en Comer, rezar y amar. En este libro conocemos a una mujer como muchas otras que llega a un punto de su vida en que empieza a cuestionarse todo y no comprende qué está haciendo o por qué no está ni remotamente cerca de ese ideal de felicidad del que todo el mundo habla, aunque valgan verdades, la felicidad es un concepto un tanto complejo y que creo a veces se trata con mucha ligereza, pero esa es otra historia. El punto es que Liz, la protagonista del libro y nuestra escritora, quien nos cuenta su experiencia, decide que debe hacer algo o sencillamente su vida se irá al garete, y no es solo un decir; en el momento en que toda esta decisión se encuentra ahogada en la depresión y siente que no da más. De modo que toma todos esos conceptos que ha ido recolectando a lo largo de los años y emprende un viaje de un año por tres lugares del mundo en busca de encontrarle un sentido a la vida.
Al final, no sé si Liz encuentra ese sentido, dudo de que ella lo sepa tampoco, o al menos eso da a entender en el libro a lo largo de las páginas; puede que después de todo en realidad la vida no lo tenga. Pero son sus experiencias, el conocimiento que va adquiriendo día a día y sobre todo gracias a las personas que se encuentra en el camino y que le cuentan sus historias, algunas trágicas y otras felices, que ella aprende el que me parece es uno de los grandes fines de todo ser humano: aceptarse a sí mismo y amarse. Y no creo que sea algo que se puede aprender en un año, es algo que toma toda la vida y que sin duda nos depara más de una caída y muchas preguntas sin respuestas, pero al final la existencia en sí es toda una aventura y es uno quien decide cómo va a enfrentarla.
Comer, rezar y amar es todo un viaje narrado en un tono muy sencillo y divertido con un montón de pasajes que enseñan mucho acerca de los lugares que Liz va visitando y de las personas con las que se encuentra, amén de líos, equivocaciones y algo de romance. También hay grandes lecciones para quien quiera verlas y, lo más importante para mí, es un libro que invita a pensar y eso es algo que siempre disfruto en mis lecturas, así que lo recomiendo mucho.
"La devoción es amor."